Publicado el: Viernes 3 de Julio, 2015
¿Cuál es la diferencia entre las personas que son grandemente usadas por Dios, y las que no lo son? ¿Cómo podemos nosotros participar activamente para dar a luz el avivamiento? A continuación, veremos cuatro claves para ser instrumentos poderosos en las manos de Dios.
Primer Punto: Oración que Prevalece.
La verdadera batalla que prepara el camino para la presencia del Señor no son las guerras en contra de la propaganda de los humanistas, o contra la Nueva Era o las clínicas de aborto. No es una guerra sostenida en las salas de congresos o en los asientos del gobierno mundial. Todo lo contrario, la verdadera guerra se conduce en los reinos celestiales y está dirigida directamente en contra del diablo y su jerarquía de demonios (Efesios 6:12). Es en esta guerrilla donde se prepara el camino de las manifestaciones en otros reinos. Todos los grandes hombres usados por Dios, Jonathan Edwards, Charles Finney, Smith Wigglesworth, Dwight Moody, etc. declararon que la oración era su secreto. Y como consecuencia, naciones fueron transformadas, a través de la obra que el Espíritu hacía por medio de ellos. En cierta ocasión, un pastor le escribió a Evan Roberts, quien fue la persona clave para el gran avivamiento de Gales en 1904, preguntándole cuál había sido el secreto de ese avivamiento. Él contestó: "Congregué a las personas que están dispuestas a rendirse totalmente. Oré y esperé. Crea en las promesas de Dios. Tenga reuniones diarias. Que Dios le bendiga en su oración sincera".
El consejo hoy en día sigue siendo el mismo si queremos ver a Dios moverse en toda Su plenitud. Cuando seguimos ese consejo con la intensidad requerida, nuestra experiencia pudiera ser como la de Frank Bartleman: "Oramos por un espíritu de avivamiento, y la carga llegó a ser insoportable. Yo grité en desesperación como una mujer dando a luz. El Espíritu estaba intercediendo a través de nosotros". En la oración por avivamiento, la persona se presenta a Dios para dar a luz lo que Él ha de hacer. Pablo escribió a los Gálatas: "Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros". (Gálatas 4:19). Isaías, también dijo: "Por tanto, mis lomos se han llenado de dolor, angustias que se apoderaron de mi, como angustias de mujer de parto…" (Isaías 21:3). Y cuando Elías pidió lluvia, se colocó en la posición de una mujer judía cuando daba a luz: Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas". (1 Reyes 18:42). Rara vez nacen los hijos, sin el dolor agonizante de la madre, pero ¡cuántos de nosotros esperamos que suceda algo en lo sobrenatural, sin dolor ni esfuerzo, aunque no sea posible en lo natural!
Durante el mover carismático, llegamos a esperar resultados extraordinarios. Pero ahora, tenemos que aprender, nuevamente, que los resultados extraordinarios requieren esfuerzos extraordinarios. La oración que prevalece no es fácil. Pero solo los que han luchado contra las tinieblas entienden que tan difícil es en realidad esa clase de oración. Esta clase de oración es una sinergia divina-humana para dar a luz el mover de Dios en esta hora. Es una oración dirigida al mismo palpitar de Dios en la que sentimos Su pasión. Nuestras oraciones también deben estar guiadas por la dirección divina. Tenemos que dar a luz la compasión de Dios en nosotros. Daniel fue quien nos puso el ejemplo. Al leer Jeremías 25, él ya sabía que el exilio de su pueblo había de acabar después de 70 años, y ese año ya había arribado. Así que Daniel se dedica a interceder por su pueblo: "Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza".(Daniel 9:3). Ya en el versículo 19, vemos que Daniel comenzó a infundir en su oración la mente, corazón y compasión de Cristo: "Oye, Señor; Oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío, porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo". Aquí vemos la sinergia divina-humana. Dios, por un lado, se revela, y Daniel, sintiendo el corazón de Dios y su propio dolor, se enfoca en apelar a Dios a fin de dar a luz la liberación de una nación.
Tomemos, nuevamente el ejemplo de la mujer que da a luz: Ella no deja de tener los dolores de parto hasta que el propósito de éstos se haya cumplido. El objetivo es tomar todo el tiempo necesario hasta que nueva vida haya salido a luz. Así ha de ser la oración que prevalece: Es un espíritu que nunca se da por vencido hasta que el enemigo haya sido conquistado y desaparecido. Es una comprensión de los tiempos del Señor y una disposición de persistir hasta que éstos hayan sido dados a luz. Evan Roberts experimentó esa clase de oración por tres meses seguidos, desde las diez de la noche hasta las cinco de la mañana. Temblaba tanto por su profunda comunión con Dios, que su hermano pensaba que estaba enfermo. Eran a tal grado sus gritos, que la dueña de la casa quería correrlo, pensando que estaba loco. Maria Woodworth Etter, quien fue grandemente usadapor Dios, cuando llegaba a un lugar, si no veía los resultados deseados en una reunión, oraba toda la noche anterior a la siguiente reunión. ¡Siempre se notaba la gran diferencia en los resultados!
Segundo Punto: La oración de Búsqueda, que Parte de Una Relación Profunda con Dios.
En cierta ocasión, cuando Paul Yongii Cho se dirigía a un grupo de pastores y líderes de diferentes partes del mundo, les dijo: "Me imagino que me quieren preguntar cómo es que tengo la iglesia más grande del mundo. La respuesta es sencilla: "Oro y obedezco". En otras palabras, es nuestra responsabilidad discernir el corazón, los tiempos y pasiones de Dios, y luego, en conversaciones con Él, implementar Su plan divino para el momento. Podemos tomar como ejemplo la vida de Elías, ¿Qué clase de hombre era éste a través de quien Dios manifestó tanto poder?. Santiago 5:17 nos dice la clase de hombre que era Elías: "Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses…". La persona de Elías no tenía nada de extraordinario; él era como cualquiera de nosotros… la clave de su vida poderosa era la oración ferviente. La palabra ferviente significa intenso calor. Al igual que dos piezas de fierro que se calientan a una temperatura de calor intenso son soldadas en una sola pieza, la oración ferviente nos hace uno con Dios. Llegaremos a orar con el corazón de Dios mismo.
Estamos orando desde el punto de vista de Su manera de pensar, Sus emociones, Su pasión y Su entendimiento. ¿Cuál es el resultado de esta clase de oración? Lo vemos en la oración que Elías elevó a Dios, cuando estaba delante de los adoradores de Baal: "Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tu eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas" (1 Reyes 18:36). Elías no tomaba la iniciativa en cuanto a qué grandes milagros hacía, sino que actuaba con confianza en respuesta a la dirección que recibía de Dios. Cuando a Smith Wigglesworth le preguntaron cuál era el secreto de su éxito, él simplemente contestó: "Yo sólo dependo de lo que el Padre me diga que haga".
Nosotros también, tenemos que entrar en oración tan ferviente a Dios, que nuestro corazón sea uno con el corazón de Dios; tenemos que escuchar lo que Él quiere que hagamos, y luego, valientemente, obedecer.
Tercer punto: Determinación de Recibir algo Superior a lo que Él ha Hecho Antes.
Tomemos el ejemplo de Eliseo, el discípulo de Eliás: En 2ª Reyes 2:1,2, encontramos a Eliás y Eliseo en camino a Gilgal justo antes de que Eliás pasara al cielo. "Y dijo Eliás a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Betel. Y Eliseo dijo: ‘Vive Jehová y vive tu alma, que no te dejaré’. Descendieron, pues, a Betel". ¿Por qué no quiso dejar Eliseo a Elías? Porque él sabía que donde estaba Elías, estaba el poder de Dios. Eliseo tenía hambre por las cosas de Dios y no se las quería perder. Otros en la "escuela de profetas" sabían, al igual que Eliseo, que Elías iba a partir ese día, pero ellos siguieron de lejos (2ª Reyes 2:3,5,7).
Así es la mentalidad de muchos cristianos hoy día: Quieren que Dios se mueva, pero solo quieren observar a la distancia. Eliseo representa la clase de persona sobre quienes Dios derrama su espíritu: un pueblo que tiene tanta hambre que está dispuesto a hacer lo que sea con tal de ver el poder de Dios en acción. Elías probó la fidelidad de Eliseo cuatro veces esos últimos días conforme viajaban a cuatro ciudades diferentes. Finalmente, Elías le dice a Eliseo: "Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí" (v.9). Ese debe ser el clamor de cada uno de nosotros hoy: pedir algo superior a lo que Él ha hecho hasta el momento. Dios nunca es anticlimático. Siempre sobrepasará lo que haya hecho en el pasado. Estoy convencido que Dios tiene la intencion de terminar esta era con el derramamiento del Espíritu más poderoso que el mundo haya visto jamás… ¡nuestras oraciones tienen que ser consecuentes!
Cuarto punto: Hambre Intensa.
Al diablo no le importan las victorias individuales en contra de él, siempre y cuando no sean contínuas. O como dijo Mario Murillo: "Satanás no teme el avivamiento tanto como teme que las personas descubran que el avivamiento puede llegar a ser permanente". ¿Y qué es la clave para esto? Hambre. Una verdadera hambre por Dios y por verlo obrar, al grado que llegue a ser la fuerza que domina tu vida. El hambre por Dios es una de las características dominantes de todos los hombres grandemente usados por Dios en el avivamiento. Ellos estaban desesperados de que Dios hiciera algo. Estaban hambrientos de ver a Dios ser lo que ellos ya sabían que Él era. Estaban divinamente hambrientos de ver a los perdidos salvos, los enfermos sanados, y los oprimidos libertados. Anhelaban el gozo del Señor. Sentían una carga que sólo una manifestación del corazón de Dios podría aligerar.
Alexander Dowie, quien fue el pionero en el movimiento de la sanidad divina de los 1930’s, escribió la siguiente visión que recibió: "…repentinamente, parecía que la tierra podía hablar. Podía escuchar la ola de angustia y los gemidos de los que morían surgiendo de continentes, de ciudades y pueblos, de decenas de miles de hogares donde bebés, en los brazos de sus madres, y niños, morían, quebrantando corazones de quienes los amaban. Oh, ¿cómo lo puedo contar? Podía escuchar el gemido de los que sufrían surgiendo de toda la tierra, en millones de camas en gran dolor, clamando "Dios, ¿hasta cuando, hasta cuando?". Y mi corazón fue quebrantado. Lloré amargamente y caí en agonía. ¿No había ayuda?". Fue una pasión de ser un vaso en las manos de Dios lo que se convirtió en la fuerza motivadora en la vida de Dowie.
Wigglesworth, Kathryn Kuhlman, Dowie y otros, estuvieron dispuestos a sacrificarlo todo, incluyendo su comodidad, tradiciones, etc., con tal de ver a Dios obrar como querían verlo obrar. Jesús dijo: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados". Otra traducción sería: "Bienaventurados los que siempre están padeciendo hambre, porque siempre recibirán satisfacción…". En otras palabras, el hambre nunca acaba: Dios nos satisface momentáneamente; pero una vez que nos satisface en un área; queremos más. Vemos a los oprimidos libertados, pero luego, queremos ver más. Vemos a una persona convertida, y luego queremos ver a más convertidos. Una vez que el cautivo ha sido liberado, queremos que todos sean liberados. Esta es la fuerza que hace que el avivamiento sea permanente, un hambre que nunca queda permanentemente satisfecha.
Esta clase de hambre fue experimentada por John G. Lake, quien fue conocido como el "apóstol a Afríca" y también un hombre poderosamente usado por Dios. Él relata: "Por ocho años, yo había estado practicando el ministerio de la sanidad divina. Durante ese tiempo, cada respuesta a la oración, cada toque milagroso de Dios, cada respuesta de mi propia alma al Espíritu había creado en mí un intenso deseo por mayor intimidad y conocimiento de Dios… cientos y cientos habían sido sanados por el poder de Dios, pero al final de esos años, creo que yo era el hombre más hambriento de Dios que haya existido. Tenía tanta hambre por Dios, que cuando paseaba por las calles, mi alma se despedazaba y yo gritaba: "¡Oh, Dios!" Aun la gente se me quedaba mirando. Mis amigos me decían: "Pero tú ya has tenido un hermoso bautismo en el Espíritu…" y tenían razón; pero no era suficiente. La pasión constante de mi alma era tener mayor entrada a Dios…".
El hambre por Dios, al igual que el hambre natural, es uno de los instintos más poderosos. En el reino espiritual, nos motiva a buscar plenitud. El hambre espiritual hace tres contribuciones importantes:
1. Produce el deseo de ver una humanidad en dolor ser ayudada, lo cual sirve para identificar la necesidad de la hora.
2. Motiva a las personas a moverse hacia Dios y todo lo que es bueno.
3. Promueve el reconocimiento de que una señal está siendo dada por Dios de que una nueva estación de Dios está por comenzar. Nos hace anhelar cosas de Dios que aún no están presentes y que necesitamos para satisfacer esa hambre.
El hambre espiritual ha comprobado ser, no solo el catalizador para iniciar avivamiento, si no también la fuerza que lo sostiene. Cada avivamiento fue iniciado por personas que tenían hambre por Dios y estaban dispuestos a pagar cualquier precio con tal de satisfacerla. Eran hombres y muejeres que anhelaban intensamente ver la reconciliacion de la humanidad sufriente con Dios. Los avivamientos son inseparables de los dolores de hambre padecidos por hombres y mujeres que querían ver a Dios hacer algo grande y rehusaron conformarse con cualquier cosa menos que lo mejor de Dios.
Basado en el libro "The Quest for Revival", (La Búsqueda del Avivamiento) por Ron MacIntosh.
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