Por: Hno. Victor Richards
Publicado el: Martes 19 de Julio, 2016
SOY ÚNICO, DIOS TIENE EL CONTROL.
Escuché en una entrevista que se le hizo a un payaso de circo. Él decía que en una ocasión conoció a un gigante y a un enano; el gigante media tres metros de alto. El enano solo media 1.25 metros. Eran unos ‘anormales’ y ‘defectuosos’ ante los ojos de muchas personas. Se veían raros. Estas dos personas amaban a Jesús. Los dos llegaron a dar gracias a Dios porque eran hechura suya. Reconocieron que eran una obra original de Dios y glorificaron al Señor por haberlos hecho como los hizo. Ellos no vieron sus cuerpos como defectuosos, sino como singulares, únicos; y eso cambió sus vidas. Por otro lado, el payaso se sentía muy triste, pues sin la pintura que adornaba su cara en el escenario, él era un hombre ‘normal’, de apariencia normal, más o menos atractivo, pero normal. Sin embargo él estaba deprimido, ¡porque él era un hombre ordinario!
Finalmente este hombre entendió que su propósito era hacer reír a la gente y se dio cuenta que era un experto en esa área, por lo tanto, cambió su actitud y empezó a darle gracias a Dios por haberlo hecho como era: ordinario, pero con gracia y carisma; era único y excepcional.
En Deuteronomio 14:2 dice: “Porque eres pueblo santo a Jehová tu Dios, y Jehová te ha escogido para que le seas un pueblo único de entre todos los pueblos que están sobre la tierra”. Eso quiere decir que eres pueblo de Dios, escogido para ser único entre los demás, ¡eres único y escogido por Dios! ¡Qué privilegiado eres!
En un ejemplo más personal, les puedo confesar que a mí no me gustaba mi nombre: Víctor, porque en los Estados Unidos no se usaba ese nombre, yo pensaba que tenía un nombre raro. Yo estaba seguro que no había otro Víctor en toda la ciudad en la que yo vivía. Un día, en un campamento de verano, encontré a otro joven que también se llamaba Víctor y al platicar con él, me dijo: “eres el único Víctor que he conocido en toda mi vida”. Él estaba tan extrañado como yo de haber encontrado a otro Víctor. Así pasé parte de mi vida, pensando que tenía un nombre extraño y muy, muy raro.
Pero ahora que he vivido en México desde hace varios años ya, me doy cuenta de que había un propósito en que yo me llamara a sí. Trabajar con el pueblo mexicano ha sido más fácil con un nombre hispano de lo que hubiera sido si tuviera un nombre en inglés. Dios tenía todo calculado. Él sabía lo que estaba haciendo cuando mis padres me nombraron así, Víctor. Mi nombre aquí en México no es nada raro, ni extraño. Una vez más pude ver que, ¡Dios tenía un destino para mí y aún lo tiene! ¡Yo soy quien Dios quería que yo fuera! ¡Yo tengo el nombre que Dios quería que yo tuviera!
Cualquiera que sea tu situación, ¡Dios tiene un destino para ti! Él te ha hecho Su obra maestra y hará en ti una obra maestra.
Como muchos, yo puedo haber caído en la trampa del enemigo y haber encontrado la forma de entrar en un auto rechazo, me pude haber aislado, llenado de tristeza y caer en la auto lástima. Pero no lo hice, tú tampoco debes hacerlo. Tienes un propósito en la vida así como eres. Pero tienes que encontrarlo. Y puedes estar seguro que separado de Dios nunca podrás encontrar ese propósito, ni alcanzarlo, ni vivirlo. Él te formó, Él te diseñó y por tal motivo, solo Él sabe cómo puedes dar lo mejor de ti. Pregúntale a Dios qué es lo que quiere de ti, y si ya te lo ha dicho, entonces camina hacia allá todo el tiempo, no comprometas nunca las promesas que Él ha hablado para ti.
Jeremías 1:4, 5 dice: “Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones”. Desde antes que nacieras, Dios ya había hablado sobre tu vida y te había designado a una vida con propósito. En este caso a Jeremías le dijo que ya desde el vientre de su madre lo había dado como profeta a las naciones. Jeremías abrazó esa palabra de Dios para su vida, y hasta el día de hoy, seguimos leyendo de él como uno de los profetas mayores en la Biblia. Todas las naciones lo conocen. ¡Las promesas de Dios se cumplen, solo tienes que creerlas y abrazarlas!
Hay una anécdota de la subasta de un violín que dice más o menos así:
«Estaba rayado y golpeado, así que el subastador pensó que no valdría la pena invertir mucho tiempo en ese viejo violín; pero con una sonrisa en su boca pregonó: “¿Quién ofrece, quién da más, por este viejo violín, cuánto me das?” –Diez pesos– se oyó, “diez pesos será; ¡veinte, ya he oído su cantar! Treinta para el señor de allá. El viejo violín a la una, se va. A las dos, treinta pesos por el viejo violín. –a las tres, ¡vendido!”
Del fondo del cuarto pasó el comprador para recoger su nueva adquisición. Era un hombre de capa gris, sombrero de lana, canoso, pero de semblante alegre y de airoso andar.
Sacudió el polvo del violín, apretó las cuerdas, colocó el instrumento sobre su hombro y comenzó a tocar. Tocó una melodía, tan suave y tierna; como si un ángel hubiera venido a cantar. La música cesó, el silencio llenó todo el lugar; y de una esquina del recinto, una temblorosa voz susurró: “mil pesos, mil pesos le doy por el violín”, otra más se levantó –dos mil, cinco mil, diez mil…– Las ofertas no cesaban, pero el hombre, el maestro, sacudió su cabeza. “A la venta no está, este es mi amado violín”.
¿Qué fue lo que cambió? ¿Porqué su precio aumentó? La respuesta es sencilla, “el toque del maestro lo transformó.”
Las manos de ese maestro pudieron sacar lo mejor del violín, pues eran unas manos expertas, unas manos que conocían el instrumento y sabían hacer relucir las características del mismo. Así sucede con nuestras vidas en las manos de Dios.
Él nos conoce, Él nos puede afinar, apretar unas cuerdas aquí y allá y después tocar con nosotros una melodía sin igual. Pero debemos estar dispuestos a pasar tiempo en las manos del Maestro, en las manos de Dios. ¿Estás tú pasando tiempo en sus manos? ¿Eres tú la persona que Dios quiere que seas? ¿Te estás dejando moldear? ¿Eres su ‘poema’
HECHO A LA IMAGEN DE DIOS
Si no nos enfocamos en este punto, si no pasamos tiempo con Dios, vamos a perder de vista quiénes somos y por lo tanto, no veremos lo especial que es nuestra individualidad y seremos como ese viejo violín que nadie quería. Y al fin de cuentas, vamos a empezar a compararnos con otras personas y como leímos anteriormente, en muchos casos eso nos llevará a un auto rechazo, a sentirnos aislados, sumergidos en tristeza y finalmente caeremos en auto lástima.
Lo peor del asunto es que no termina ahí, todavía hay más profundidad en ese barril. Una vez que empiezas a sentir auto lástima, comenzarás a decirte “nadie me ama, a nadie le importa si vivo o muero, nadie quiere hablar conmigo, pobre de mí… de todos los habitantes de la tierra, yo soy el más miserable”. Esas declaraciones fácilmente te llevarán a la depresión; esa nube negra que cubre la vida de muchos y de la cual les es casi imposible escapar. Y sigue el remolino, de rechazo a la soledad, de la soledad a la tristeza; de tristeza a dureza de corazón; de dureza de corazón a indiferencia y auto lástima; de indiferencia y auto lástima a depresión; de depresión a desesperación; de desesperación a rebelión; de rebelión a odio; de odio a muerte o suicidio. Ese es el fin que Satanás quiere para cada uno de nosotros, pero nosotros podemos tener una vida gloriosa en Cristo Jesús. Deja que Él te haga Su obra maestra.
Muchas personas están tomando tranquilizantes tratando de encontrar un poco de paz, sus depresiones los están llevando a la desesperación y al suicidio. Sin Jesús, la sociedad no tiene esperanza, si no haces a Dios tu Señor, no vas a aguantar las presiones de la vida. Pero si le das a Él el volante de tu vida, Él obrará algo bello en ti.
Una vez Dios me permitió caer en depresión por dos o tres días consecutivos, y déjame decirte que es horrible. Uno no sabe qué es lo que le está pasando, nada te anima, ¡nada! Uno se siente insoportable, no sabes ni qué quieres, ni por qué lo quieres. Uno no está a gusto con nada de lo que tiene alrededor y vive una insatisfacción total. Dios me permitió estar ahí para poder entender lo que es la depresión y así poder ayudar a quienes tienen un problema con ella.
Recuerda que después de la depresión, sigue la desesperación y finalmente la desesperación te lleva a la muerte. |
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